La presenza degli italiani in Cile risale all'epoca coloniale, quando missionari gesuiti e francescani di origine italiana viaggiavano in tutto il territorio nazionale evangelizzando le popolazioni indigene, fenomeno che si sarebbe ripetuto con forza a partire dal 1837, quando i francescani cappuccini italiani si stabilirono in Araucanía.
Nei primi anni della repubblica l'arrivo degli immigrati italiani fu esiguo, non più di cinquecento alla metà dell'Ottocento, tra cui spicca Pietro Alessandri, attivo impresario teatrale, nonno del presidente Arturo Alesandri Palma. L'immigrazione italiana in Cile si sviluppò fortemente tra il 1880 e il 1930, periodo in cui migliaia di italiani emigrarono in America, stabilendosi principalmente negli Stati Uniti, Brasile e Argentina. Si stima che in questo periodo siano arrivati nel nostro Paese più di diecimila italiani come immigrati, in un processo chiamato libera immigrazione, associato a "catene migratorie" di tipo familiare. Erano giovani che si trovavano nelle aree urbane, principalmente a Santiago e Valparaíso, dove si inserirono nei settori medi, orientando le loro attività principalmente al commercio, all'industria e all'esercizio delle professioni liberali. In pochi decenni, l’immigrazione italiana si diffuse in tutto il territorio nazionale, evidenziando la sua azione nelle città di Valparaíso, Concepción e Punta Arenas, dove le comunità italiane divennero pilastri dello sviluppo economico e sociale di queste comunità. Allo stesso modo, gli imprenditori italiani ebbero una partecipazione eccezionale al processo di industrializzazione che il paese cominciava a sperimentare, evidenziando la loro partecipazione nel settore alimentare, dove la costruzione di moderni pastifici da parte degli imprenditori Augusto Carozzi e Leopoldo Lucchetti, modificò sostanzialmente la dieta cilena. Nel corso del XX secolo gli immigrati italiani e i loro discendenti formarono solide reti sociali con finalità di socialità, solidarietà e difesa dei propri costumi e della propria cultura, dando origine alle tradizionali istituzioni della colonia italiana in Cile. Le nuove generazioni, cileni di genitori o nonni italiani, derivano per lo più dal commercio alle libere professioni, integrandosi pienamente nella società cilena. La nueva Italia en Chile INMIGRACIÓN ITALIANA A CHILE (1880-1930) La presencia de italianos en Chile se remonta a la época colonial, cuando misioneros jesuitas y franciscanos de origen italiano recorrieron el territorio nacional evangelizando a los indígenas, fenómeno que se repetiría con fuerza a partir de 1837... La presencia de italianos en Chile se remonta a la época colonial, cuando misioneros jesuitas y franciscanos de origen italiano recorrieron el territorio nacional evangelizando a los indígenas, fenómeno que se repetiría con fuerza a partir de 1837 cuando franciscanos capuchinos italianos se instalaron en la Araucanía. En los primeros años de la república la llegada de inmigrantes italianos fue en pequeña escala, no más de quinientos a mediados del siglo XIX, destacándose entre ellos Pietro Alessandri, activo empresario teatral abuelo del Presidente Arturo Alesandri Palma. La inmigración italiana a Chile se desarrolló con fuerza entre 1880 y 1930, época en que miles de italianos inmigraron a América, localizándose mayoritariamente en Estados Unidos, Brasil y Argentina. Se calcula que más de diez mil italianos llegaron como inmigrantes a nuestro país en esta época, en un proceso denominado inmigración libre, asociada a "cadenas migratorias" de tipo familiar. Se trataba de hombres jóvenes que se localizaron en las áreas urbanas, principalmente en Santiago y Valparaíso, donde se insertaron en los sectores medios orientando sus actividades prioritariamente al comercio, la industria y el ejercicio de las profesiones liberales. En unas pocas décadas la inmigración italiana se extendió a lo largo del territorio nacional, destacando su accionar en las ciudades de Valparaíso, Concepción y Punta Arenas, donde las colectividades italianas se constituyeron en pilares del desarrollo económico y social de estas comunidades. Asimismo, los empresarios italianos tuvieron una destacada participación en el proceso de industrialización que comenzaba a experimentar el país, destacándose su participación en el rubro alimenticio, donde la construcción de modernas fabricas de pastas por parte de los empresarios Augusto Carozzi y Leopoldo Lucchetti, modificó sustantivamente la dieta alimenticia de los chilenos. A lo largo del siglo XX los inmigrantes italianos y sus descendientes conformaron sólidas redes sociales con fines de sociabilidad, solidaridad y defensa de sus costumbres y cultura, dando origen a las tradicionales instituciones de la colonia italiana en Chile. Las nuevas generaciones, los chilenos de padres o abuelos italianos, derivaron en su gran mayoría del comercio a las profesiones liberales, integrándose plenamente a la sociedad chilena.