La reforma del sistema de pensiones que propone el primer ministro italiano, que alza a 40 el número de años de trabajo necesarios para jubilarse, mereció ayer el repudio de una masiva marcha en Roma Silvio Berlusconi no pasa por un buen momento. Más de un millón de personas se congregaron ayer en Roma a pedido de las tres mayores centrales sindicales de Italia para protestar

contra el sistema de jubilaciones propuesto por el primer ministro de centroderecha. “Somos más de un millón y medio de personas”, anunció el líder de la central sindical católica CISL, Savino Pezzotta, durante su intervención en la plaza de San Giovanni, interrumpida por cantos y consignas contra la reforma de las pensiones. “Ante esta gigantesca y extraordinaria manifestación, el gobierno debe reflexionar, porque si sigue adelante con su política, la protesta crecerá, se expandirá”, afirmó el líder del mayor sindicato del país CGIL, Guglielmo Epifani, hablando desde un palco. La policía estimó que cerca de 250.000 personas participaron en la manifestación, pero los organizadores recordaron que en todas las convocatorias anteriores las autoridades policiales minimizaron notablemente las cifras. “Defiende el futuro”, “Queremos vivir, no sobrevivir”, gritaban cientos de manifestantes provenientes de casi todas las regiones del país, que llegaron en cerca de 3000 buses y 40 trenes especiales. Convocado por la CGIL (izquierda), CISL (católica) y UIL (moderados), que en total reúnen a más de 11 millones de trabajadores, el desfile comenzó por varias calles a las 10 hora local y debió ser anticipado en una hora por la enorme afluencia de personas. Trabajadores de la isla de Cerdeña, sindicalistas del nordeste industrializado, desempleados de Nápoles y empleados públicos de Sicilia llegaron a la capital italiana para impedir que se adopte una nueva ley de pensiones que impone un mínimo de 40 años de cotizaciones a partir de 2008. “Existen millones de trabajadores que no podrán jamás realizar durante 40 años el mismo trabajo. Empleos que acaban con las personas. Sólo un demente puede prever eso”, denunció Luigi Angeletti, secretario general de la UIL, central sindical moderada. “Estaré muerto cuando podré jubilarme”, confesó Giuseppe, de 40 años, empleado de una gasolinera de la autopista de Milán (norte), quien viajó durante doce horas para asistir a la manifestación. “No tenemos trabajo fijo antes de los 30 años, ¿quién podrá llegar a cotizar 40 años de trabajo?”, se interrogó Tina, de 42 años, empleada de una cafetería de Calabria, que viajó como la mayoría de los presentes más de 10 horas para llegar a Roma al amanecer. Italia cuenta con 23,1 millones de asalariados y siete millones de jubilados, de una población de 57 millones de personas. Actualmente son necesarios 35 años de cotizaciones para jubilar. La primera reforma del sistema de jubilaciones fue hecha en 1995 por el gobierno de Lamberto Dini. El primer gobierno de Berlusconi, en 1994, no logró imponer la reforma, que fue rechazada con una manifestación histórica convocada por los sindicatos, que movilizó en Roma a casi un millón de personas y contribuyó a la caída del gobierno. Nueve años más tarde, la posición del gobierno y los sindicatos parece de nuevo irreconciliable, con una coalición gubernamental determinada a imponer una serie de reformas, que van desde el sistema audiovisual –con la privatización de la televisión y radio públicas– hasta el régimen de pensiones. El ministro del Trabajo Roberto Maroni solicitó a los sindicatos que presenten “propuestas alternativas” antes del 11 de diciembre, lo que fue rechazado por ellos, que consideran “inaceptable” toda la política económica del gobierno de derecha. El proyecto de reforma introduce la obligación de cotizar en fondos de pensiones complementarios y en sustancia termina por incitar a buena parte de los trabajadores a pagar seguros privados para garantizarse una vejez mejor.