Hay quienes buscan separar al fútbol de la sociedad. Pero en realidad, el fútbol es un fiel reflejo de lo que es la sociedad. El fútbol de hoy está loco, muy loco, como quizás lo esté la sociedad misma, en la que se han perdido muchos valores. Basta echar un vistazo a todo lo que ha pasado en el último fin de semana y lo que viene pasando en las últimas semanas.

No sólo de violencia misma se trata, sino de otros temas. Peleas y más peleas Hay quienes dicen que en Rosario “están en otro nivel” en comparación con Mendoza. Seguramente, pero muchachos, tratemos de no imitar jamás ese “otro nivel”. Es incomprensible tanta violencia junta, entradas falsificadas, represión alocada, hinchas enfurecidos, cabezas rotas, palos, armas blancas y de fuego (¡por Dios!) y piedras por todos lados, un pedacito de esa ciudad tan bella convertido en un Beirut en potencia. Sí imitemos su pasión, su amor por los colores propios, ese amor que no se dejó influenciar por el Boca y River que quieren imponer los medios de la Capi. Ah, tampoco imitemos esa locura que relataba Marcelo Araujo por TV (¡25 años sin que un jugador de Ñuls pase a Central y viceversa!). Las peleas en las tribunas y de los hinchas con la Policía no tienen justificativo alguno, pero sí se le puede encontrar alguna explicación: la exclusión. La limitación para los visitantes sólo está perjudicando los espectáculos que deberían desarrollarse por los cánones normales, porque quedó demostrado en Rosario que el hincha quiere ir igual (fueron cerca de 3 mil personas las que supuestamente con entrada en mano se quedaron afuera, ¿vendieron entradas demás o alguien facturó de lo lindo falsificando 3 mil entradas?). También se armó en Huracán-San Lorenzo (le clausuraron el estadio al Globo, como si el club de Parque de los Patricios tuviera la culpa) y hubo algún altercado en Godoy Cruz-River, pero este menos mediático y no pasó de eso, un altercado por una bandera (hasta dónde habremos llegado que hay que minimizar un altercado de estas características). También las peleas se ven entre los propios compañeros dentro del campo de juego. Lo que muestra un poco la locura. Se vio en nuestra Argentina en un partido de San Lorenzo… y también en Brasil, en el Palmeiras. El club brasileño despidió a ambos jugadores. En el Cuervo estaban jugando juntos a la fecha siguiente e incluso se abrazaron. Cacheteala nomás La locura también se ve en las canchas, en los partidos y en los organizadores. ¿Hasta cuándo va a seguir la FIFA con esta farsa de no querer incluir a la tecnología en los partidos? Fue una locura ver como Henry le daba unas palmaditas a la pelota y tiraba el centro. ¿Vieron cuando el relator dice “se la puso como con la mano”? Este fue el caso prácticamente. El jugador, después del partido, se mostró como si nada. Incluso, el francés festejó el gol como loco y faltó hacerle pito catalán al arquero irlandés. Después, sí se arrepintió (seguramente cuando vio el gol una y otra vez, y cuando tomó idea de la repercusión Mundial que tuvo) y dijo que lo más sano sería jugar el partido de vuelta. Pero no, lo más sano sería reanudar el partido con un tiro libre dentro del área de Irlanda para los irlandeses y jugar lo que faltaba. Si Francia se quedaba afuera, ¿perdía la FIFA? Fue justamente el ente rector del balompié mundial el que se rasgó las vestiduras, el que dijo “el partido no se juega de vuelta”, “lo hecho, hecho está”, etc… y el todo pasa que tiene Julio Humberto en su anillo por algo será, ¿no? Entonces, viene al caso decir, ¿hasta cuándo FIFA? Uno no pide que se paren los partidos para ver si estaba un centímetro atrás o uno adelante, pero sí hubiera sido interesante ver cómo mientras festejaba Henry el gol que hizo Gallas, el árbitro lo anulaba porque desde afuera le decían que la había tocado con la mano. Hubiera sido cuestión de segundos, lo que tardó una repetición. Esto se solucionaría con tener el cuarto árbitro (que está) sentado delante de un monitor viendo (viendo nada más, no escuchando) las imágenes de la transmisión televisiva. Y no para analizar uno o dos centímetros en un off side, sino para esos casos, para los casos como el del paraguayo Cáceres expulsado en el superclásico (un cuarto árbitro hubiera visto por TV que fingió Ortega) o esa mano de Galván para Arsenal que le dio un triunfo al equipo del Viaducto. ¿Tan utópico es esto? ¿Eternamente? Tan loco está el fútbol que la AFA quiere organizar el Mundial 2030 con Uruguay. Y aquí hay varios puntos que llaman la atención y preguntas que se vienen a la mente. ¿Grondona se creerá que en el 2030 todavía estará él? ¿Estamos en condiciones de organizar un Mundial con estadios que no superan una capacidad mínima para lo que ese Mundial quizás amerite o que no cumplen con las normas que pide FIFA en ambos países? Porque, seamos realistas, en Montevideo está el Centenario y nada más y de este costado del Río podemos encontrar River y Racing, quizás ahora el de Independiente y Vélez y en un futuro si lo hacen el de Boca. ¿Al ser Argentina y Uruguay, nos quedaremos afuera los mendocinos con el Malvinas Argentinas, los cordobeses con el Chateau, los salteños con el Martearena, los rosarinos con el Gigante y el Coloso y los santafesinos con el Cementerio de los elefantes? Si es así, no sería mejor blanquear y decir “Buenos Aires-Montevideo”… Claro que sería enorme el gusto y el placer de tener un Mundial por estas tierras, sobre todo después de enterarnos de Brasil 2014 y 2016. Pero habría que realizar una inversión muy grande y Montevideo tendría que adaptarse a ser una sub-sede más, como lo deberían ser Córdoba, Mendoza, Rosario y demás… algo que seguramente no querrá hacer. Y tampoco podría organizar un Mundial por su cuenta, porque tendría que jugar todos los partidos en el Centenario o construir como mínimo 5 estadios más de esa naturaleza (si Argentina 78 contó con River, Vélez, Mendoza, Córdoba, Rosario y Mar del Plata, imaginen en un futuro…). Habrá que ver en qué termina esta historia. Ojalá sea en un buen puerto, pero en un buen puerto para todos los argentinos, no sólo en el puerto de Baires (Adrian Sgroi)